El cannabis y específicamente cañamo y otras fibras vegetales pueden usarse para fabricar carrocerías con notables ventajas de peso y resistencia y Henry Ford lo demostro hace 80 años!!
El cannabis y específicamente cañamo y otras fibras vegetales podían usarse para fabricar carrocerías con notables ventajas de peso y resistencia
Henry Ford, el constructor de automóviles norteamericano estaba convencido que podía combinar agricultura y automóviles, y apoyo personalmente el proyecto del Hemp Car, coche de cañamo, y que oficialmente lo llamaron Soybean Car, coche de soya. Fue presentado en 1941 en plena Segunda Guerra Mundial.
Durante esa época el acero escaseaba debido a los tiempos y esfuerzo de guerra norteamericano
. Así que se pensó en aprovechar desechos agrícolas para obtener materiales ligeros y de bajo costo, que a la vez fueran resistentes.
Un sencillo chasis tubular de aluminio sostenía los 14 paneles de material plástico reforzado con un 10% de fibra de cannabis o cañamo -de una variedad distinta a la marihuana- que constituían la carrocería. El material fue desarrollado por el botánico y químico George Washington Carver, en colaboración con el Soybean Institute –Instituto de la Soja– y el Tuskegee Institute de Alabama. Henry Ford, criado en una granja y siempre cercano sus orígenes, apoyó financieramente esta iniciativa.
Bro. Carver -como llamaban al especialista- había nacido en Missouri como esclavo durante la Guerra Civil y fue apodado «El Leonardo da Vinci negro». Desarrolló este estudio junto a muchos otros para usar productos agrícolas como base para la fabricación de pinturas, plásticos, gomas sintéticas y combustibles. Henry Ford estuvo asimismo muy interesado en las investigaciones sobre bioetanol de Carver. De hecho, el motor V8 de 60 CV del Hemp Car funcionaba con Etanol.
La mezcla era curiosa: 50% de fibra del Pinus Elliottii -un pino americano-, un 30% de paja y un 10% de ramie, una fibra vegetal usada en Egipto y otros países de Oriente Medio desde hace milenios, junto a un 10% de cannabis. Todo ello pegado con una resina celulósica extraída de la soja. En el fondo, algo no muy distinto a lo que se hace hoy con materiales compuestos.
La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial paralizó el proyecto, en el que Ford había puesto mucho empeño. La leyenda dice que el ingeniero Eugene Turenne Gregoire, jefe de diseño de Ford, ordenó destruir el único prototipo; quizás como venganza porque el fundador de la compañía le había relevado de aquel proyecto y lo había confiado a Lowell E. Oberly. Lo cierto es que del coche no quedan vestigios.
Pero sí que hay algo en común que perdura. La sede del Soybean Laboratory, en Greenfield Village, es hoy la sede del Museo Ford en Michigan, Estados Unidos.
De hecho Ford no ha parado de trabajar en innovación y desarrollo de materiales compuestos para sus automóviles. Ford ha estado trabajando con la marca de tequila José Cuervo para emplear los desechos del agave en un material similar a un bioplástico.